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Desde el Programa Contigo, trabajamos con un colectivo vulnerable, los Menores Extranjeros No Acompañados. Y ya no sólo por la temprana edad con la que llegan, sino también, por la historia de vida que deja marcas en la memoria.
Comencemos definiendo el concepto de Menor Extranjero No Acompañado “MENA”, como un extranjero/a menor de 18 años que llega a territorio español sin venir acompañado de un/a adulto/a responsable de él/ella, ya sea legalmente o con arreglo a la costumbre, apreciándose riesgo de desprotección del/a mismo/a. Mientras tal adulto/a responsable no se haya hecho cargo efectivamente del/a menor, así como a cualquier menor extranjero que una vez en España se encuentre en aquella situación, de acuerdo con el artículo 189 del Reglamento de Extranjería (RD 557/2011).
Aquí, cabe aclarar que cuando se comprueba la edad del menor, la administración autonómica competente en protección de menores declara la situación de desamparo y asume la tutela administrativa del/a menor. La guardia será llevada a cabo, mayoritariamente mediante la figura del acogimiento residencial, iniciándose un periodo que se prolongará, en principio, hasta que el/la menor alcance la mayoría de edad. Las intervenciones que se desarrollarán se regirán por el principio del interés superior del menor, primando su formación y una intervención integral.
En este proceso migratorio, hacemos referencia a que muchas veces, son varones los que asumen la responsabilidad de buscar un futuro mejor, tanto para él, como para su familia. Desde los 12 años aproximadamente, un muchacho no es socialmente un menor, sino que ya ha asumido el compromiso adulto de colaborar en el sostenimiento de la familia. El hecho de que un niño viaje, como figura en algunos estudios, es un proyecto familiar, en el que incluso contribuyen otros parientes en buscar los recursos necesarios para lograrlo.
La migración de estos Menores Extranjeros No Acompañados, en ocasiones, ha sido una decisión inducida por el resto de los miembros que componen la unidad, no una decisión tomada individualmente. La familia, en conjunto, determina confrontar lo que conoce y lo que es incertidumbre, aventurándose a negociar las distintas posibilidades.
Estos chicos, presentan carencias escolares significativas, dado que no han sido escolarizados, o dichos procesos, han sido muy breves. Muchos llegan con conocimiento de algún oficio puesto que, previamente, se incorporaron al mercado laboral en su país de origen, para aportar a la economía familiar. Esto aumenta sus expectativas con respecto a la rápida inclusión en el mercado laboral al llegar a Europa y se convierte en su proyecto de vida, pero esta idea, al llegar, se ve frustrada, siendo desajustada con las posibilidades reales: por el ordenamiento jurídico español, la situación administrativa irregular y por la falta de cualificación acreditable. Respecto a ello, nuestra labor se centra en la parte educativa, partiendo del refuerzo en el aprendizaje del idioma, para continuar con la creación de itinerarios en relación con sus intereses y necesidades.
Por último, hay que puntualizar que estos jóvenes se enfrentan a grandes dificultades de cara a su proceso de adaptación e integración social en España; aprendizaje del idioma, sensación de desarraigo, pérdida (en muchos casos) de referentes educativos procedentes de su propia cultura, desconocimiento del contexto… y a esto, se le suma su alta desprotección al cumplir los 18 años.
Warsan Shire, escritora somalí.